domingo, 8 de mayo de 2016

A veces, cuando estás a punto de cumplir un sueño, todo parecen impedimentos. Ya sea porque están en el camino; o porque tú, con tus dudas e inseguridades los colocas; o porque otros, sin tener necesariamente mala intención, lo hacen.

No sé si soy la única que tiene estas sensaciones, espero que no,  pero últimamente mi vida se ha convertido en una auténtica montaña rusa de indecisión. Todas esos temores, esos “¿Y si…?” que se amontonan como troncos de árbol a sortear en la carretera, hacen que el objetivo parezca más difícil de conseguir.

Uno de esos troncos es la gente que no se da cuenta de lo importante que es este viaje para ti. Sus bromas “inocentes” que se clavan como diminutas espinas y que recuerdas una y otra vez, que te hacen ser consciente de que no todo va a ser la maravilla que esperabas. Después, están los padres, que también tienen sus miedos, y con la mejor de las intenciones, te hacen pensar si realmente estás preparada para esto con frases como: “¿Y en USA vas a hacer esto así?” “Como sigas por este camino no te va a ir muy bien en USA”.

Tengo que decir que duele. No es un dolor insoportable, ni mucho menos, pero es frustrante que tus familiares y algunos de tus mejores amigos, las personas en la que tú más confías, sean las que mayor poder para destruir la confianza en ti misma tengan.

Escribo esta entrada con un fin bastante egoísta, ya que no trato de reconfortar a nadie, sólo a mi misma, para darme cuenta de que tras cada piedra con la que tropiezas hay una mano amiga que te ayuda a levantarte, en mi caso, el grupo de becados. Compartir con ellos mis inquietudes me ha hecho darme cuenta de que no estoy sola en esta aventura, que todo el mundo tiene sus propios miedos y que a todos los problemas se les puede encontrar una solución.


Gracias, porque me han enseñado que hay gente buena de verdad, gente que está pasando por lo mismo que tú y que por eso te entienden, gente que sin apenas conocerte comparten su tiempo y su confianza contigo. Me alegro de haberos conocido.

lunes, 11 de abril de 2016

Sueños cumplidos

Y cuando crees que algo no va a suceder y pierdes toda esperanza de que ocurra, ocurre.Ese es el principio de mi historia, de la historia a la que quedan menos de seis meses para comenzar.

Al investigar para estas becas que me van a permitir estudiar en USA/ EEUU durante el curso 2016-2017, las de la Fundación Amancio Ortega, me he dado cuenta de que casi todos nos enteramos de la misma manera, a través de un profesor o un amigo que va a optar a una plaza.

En mi caso, sucedió lo primero. Un día de mayo de 3º de ESO nuestro tutor (al que se lo agradezco muchísimo) nos llevó a la sala de ordenadores y nos mandó entrar en la página de esta fundación para que viéramos lo importante que era sacar buenas notas en ese curso, ya que es uno de los requisitos que debes cumplir para pedir la beca. Al llegar a casa se lo conté a mis padres y me miraron con cara de estar aspirando a algo imposible. De hecho, en ese momento yo también lo pensé, así que olvidé el tema hasta noviembre del año pasado, cuando la suscripción que había enviado a la web me recordó que pronto abriría el proceso de inscripción de nuevo.

Entonces fue cuando pensé "¿y por qué no?" y comencé a leer blogs y ver videos de los becados de la anterior edición, a preguntar por todas partes para solucionar dudas y a rellenar documentos.Una vez tuve todo listo y enviado (te pedían las notas de 3º, mínimo 7 de nota media y 8 de nota en inglés; el certificado de la renta de tus padres y una serie de pequeñas redacciones en las que tenías que hablar de ti, de tus gustos, tus intereses...), me pidieron que eligiera entre varios días de principios de noviembre, en los que podía hacer el examen escrito, cuya puntuación, sumada a la que te otorgara la renta, te daba paso o no a la siguiente fase.

El examen fue bastante sencillo, hubo una parte tipo listening, en la que reproducían conversaciones del día a día, y te hacían preguntas tipo test sobre ellas; la segunda parte, tipo reading, en la que leías y contestabas preguntas tipo test sobre distintos textos; y la tercera, tipo writing, que se dividía en dos secciones: en la primera tenías que completar unas frases con lo primero que se te viniera a la cabeza, y en la segunda tenías que utilizar al menos 6 de 15 palabras propuestas para escribir una redacción (yo me inventé una historia de unos adolescentes que iban a África a hacer voluntariado).

Tengo que decir que a esta prueba me presenté sin el objetivo de pasarla, sobre todo por el tema de la renta, ya que, aunque mis padres no ganan muchísimo, soy consciente de que hay gente que lo tiene peor. Por eso, aunque tenía esperanzas, fui la primera sorprendida cuando vi mi nombre en aquella lista.Recuerdo que tanto yo como los compañeros que se habían presentado al primer examen ( éramos 7 en total) estábamos nerviosos, esperando a que llegara el recreo para usar el móvil, y a las 14:25 (ya que lo publicaron a las 13:00) la página web estaba saturada y no pudimos entrar hasta llegar a casa, a las 16:00. Antes de poder mirarlo una amiga me mandó un mensaje "sólo has pasado tú, enhorabuena" y tuve que confirmarlo para poder creérmelo.

Al día siguiente me avisaron de que, algo menos de un mes después, a principios de Enero, tendría que hacer una entrevista oral por skype, y hablar de un tema durante unos cinco minutos, en inglés. Al principio tenía muchas dudas, no sabía de qué hablar ni qué tipo de preguntas podían hacerme, hasta que comencé a escribir a becarios de la anterior edición, que me ayudaron mucho.

Hablé de esgrima, un deporte que llevo practicando cinco años, cómo lo descubrí, sus beneficios, su historia... Al terminar, me hicieron preguntas sobre mi familia, mi ciudad, mis intereses y otras cosas que había puesto en mi solicitud como el voluntariado. He de decir que me puse muy nerviosa en esta segunda parte, y mi madre, que escuchaba al otro lado de la puerta, me lo confirmó. Aún así, terminé la prueba con buenas expectativas. Sólo quedaba esperar al 26 de Enero para conocer si mi nombre estaba incluido entre los de los que pasaban la fase final o no.



Y eso fue lo que vi. Me decepcionó un poco, saber que estaba ahí, a punto de lograrlo pero sin poder alcanzarlo, hasta que renunciasen cuatro personas. Dejé, en gran medida, de fantasear con la idea de pasar un curso en el extranjero hasta que, por casualidad, cuando quedaban dos semanas para la finalización del plazo de renuncias, vi mi nombre en el primer lugar de aquella lista.

Durante esos trece días comprobé la página web, esperando que en cualquier momento me avisaran de que se había producido una vacante, y, con las esperanzas por los suelos, empecé a mirar otras becas para estudiar inglés en verano.

El día 31 de marzo, jueves, estaba rellenando la inscripción para optar a una de las becas que mencioné cuando llamaron a mi padre por teléfono, un número privado. Al cabo de unos minutos mi madre vino emocionada, casi gritándome que escribiera un correo de confirmación. Yo no entendía nada, o no quería entenderlo,incluso dije <¿No será una broma,verdad?>. Cogí el móvil y puse un mensaje a mis amigos en el grupo de whatsapp <Me voy!, acaban de llamar a mi padre, ¡Me han dado la beca!> y las reacciones no se hicieron esperar.

Por último, este fin de semana es en Madrid una de las reuniones de becarios, de viernes a domingo, intentaré acordarme de todo.

Aún no me creo que algo así me esté pasando, pero entre papeles, cartas y firmas, estas dos últimas semanas me han convencido de que sí, este sueño se ha hecho realidad.